jueves, diciembre 29, 2005

Lo que no hice y mis predicciones que no se cumplirán

Termina el año 2005. Hay varias cosas que no hice. Bueno siempre hay cosas que no hacemos, puertas que no abrimos, jardines que no recorrimos, pájaros que no escuchamos, sonrisas que no respondimos, verdades que no dijimos, mentiras que no descubrimos, tiempos que no ocupamos y que quedaron por ahí detrás de alguna de esas puertas que no abrimos, como una posibilidad latente. Yo no hice, tú no hiciste, él no hizo… Tampoco leí todos los libros que hubiera querido, ni vi todas las películas que me interesaba ver. La lista es enorme.

Las predicciones que no se cumplirán para el 2006 son tan simples como decir que vamos a hacer todo lo que no hicimos en el 2005. Sólo me queda suspirar. Bienvenido el nuevo año y las nuevas sendas y todas esas cosas que se nos vienen de repente.

Además predigo que los fondos concursables en el área literaria serán ganados por toda la gente que nunca los ha ganado. Me incluyo. En una de esas…

Feliz Año Nuevo

miércoles, diciembre 21, 2005

Solsticio

Quieto. La luz inunda los espacios, arrobando la mirada. El carrusel inicia su camino y vuelve una y otra vez, permaneciendo. Hay un sonido inmenso en esa luz. Son intensas las pisadas. El ciruelo está crecido y sus frutos en el suelo, esperando. Las grietas florecen nuevamente. Todo está quieto.

sábado, diciembre 17, 2005

Parte de mi poética cotidiana

Esta semana fue agitada. El jueves 15 de diciembre se graduó mi hija del jardín infantil. El viernes 16 se licenció mi hijo de kínder. Ella caminó por el pasillo del auditórium. Tranquila y mirando a su tía. Yo estaba agachado en el pasillo y encontré sus ojos, fue una foto hermosa y ella se detuvo frente a mí y me dio un gran beso mientras la tía se desesperaba porque mi hija se salía del protocolo. Fue un gran momento.

El viernes me ubiqué muy cerca del escenario para sacar mejores fotos de mi hijo. Yo no contaba con que él iba a ser premiado como alumno destacado de su generación. No lo sabía. Ni siquiera él lo sabía. Las tías guardaron silencio y sólo supe cuando hicieron la premiación. No pude contener la emoción al verlo subir corriendo por la escalera mientras hablaban de sus logros; los logros de un niño de cinco años. Apenas saqué las fotos corrí a abrazarlo y darle un millón de besos y le dije al oído que lo quería mucho y él me dijo “yo también, papito”.

Sé que todo este comentario es algo simple, pero para mí tiene su consonancia en la poética que vivimos con mis hijos. La cotidianidad nos da fuerza y nos une. Mi hija es una princesa y mi hijo quiere que le regale todos los libros de mi biblioteca. Juntos inventamos historias y vivimos fantásticas aventuras, viajes a la selva, a la montaña, al espacio. Leemos e inventamos cuentos, hacemos compromisos y nos cobramos fieramente la palabra. Son mis ojos y mi alma y mi motivo.

miércoles, diciembre 14, 2005

Las vueltas a veces no dejan

Como todo ciudadano inscrito, realicé mi votación en conciencia aquel día 11 de diciembre de 2005. Se me ocurrió ir al mediodía para evitar cualquier fila eventual que según mi experiencia se producía a primera hora en mi mesa. Afortunadamente el local de votación al cual voy está ubicado muy cerca de mi casa de origen, lo que facilita mis actividades cívicas, pues dejo a mis hijos con mi mamá y luego voy a votar.

La fila era larga y más larga la espera bajo el sol. Y más larga todavía sin haber tomado desayuno confiado en que el trámite era corto.

Mi consuelo fue haber votado en conciencia. Aunque ya a esa altura me daba exactamente lo mismo el voto, quería irme a mi casa a darme una ducha.

Luego me dispuse a escuchar las noticias, los boletines uno tras otro anunciaban la segunda vuelta y con ella se me vino de golpe la imagen de la sala abarrotada, una fila extensa y el sol zapateando con fuerza en la cabeza. No podemos seguir votando de esta forma. Hasta cuándo nos obligan a participar de un acto arcaico y más encima oneroso.

Hoy en la mañana escuché conceptos técnicos y económicos que me dieron risa. Un periodista hablaba con Juan Ignacio García de los costos de las votaciones. Y sin siquiera arrugarse contaban los miles de millones de pesos que cuesta el tema, incluso la segunda votación (así se llama), que cuesta el tercio de lo que cuesta la primera votación, alcanza casi a los dos mil millones de pesos.

Qué mundo, qué profundo perejil.

martes, diciembre 06, 2005

Los poetas fueron expulsados de la república
El mágico pensamiento y la aguda intelectualidad de los poetas hiere la democracia perfecta y la hace perder estabilidad. Con los poetas el pueblo comprende que si conoce y aprende puede tener mejores oportunidades. Pero, no, es mejor que el pueblo tenga de premio un gentil embrutecimiento y se adormezca en sus infinitas peregrinaciones al mall, para interactuar con la modernidad, para empaparse de modernidad y de publicidad neoliberal, que calladamente se mete hasta en sus horas más íntimas, enajenándolo sin que ni siquiera lo alcance a notar.

Entonces debemos desconfiar de los poetas, porque son todos unos mentirosos y estafadores. No hay poesía para salvar el mundo que valga, pues ni siquiera sirven los versos para comprar un simple pedazo de pan y calmar el hambre.

Es mejor la continua tanda comercial de la televisión y la inhóspita mirada del niño que observa artefactos que están tan cerca y tan lejos a la vez. Un clic y ya está. La vida está ahí, fuera de cada uno de nosotros, en las vitrinas, en los supermercados, en las cunetas inclusive (claro que con la marca del pirata). Los poetas bajaron del olimpo, pero se perdieron en el camino.

No muere el sueño