Parecía que no tenía vuelta. Un día se quedó detenido y no quiso caminar más. Incluso le revisé el mecanismo. Curioso por decir lo menos. Sin embargo, un día domingo en la mañana, al estar preparando el desayuno, él empezó a dar la hora. Ionesco vino a mi mente.
Me tomé una leche, como cuando era niño.