lunes, mayo 22, 2006

A propósito de la lluvia en mayo
La lluvia ha sido escasa en Santiago este año. Sin embargo, mayo es un mes en el que las lluvias hace mucho tiempo se llevaron consigo cierta mirada que durante la primera mitad del siglo veinte deambulaba por la ciudad, regalando poesía y magia.

Neruda lo inmortalizó y lo lloró como quien llora la pérdida de un hermano. Es que Alberto Rojas Jiménez (1900 - 1934) era un veterano de la amistad y el encanto, un maestro a la hora de entablar relaciones humanas y poéticas.

Una lluvia borró su mirada de las calles que él recorría. Hoy allí en Vicuña Mackenna cerca de Diez de Julio se puede apreciar que su nombre fue dado a una pequeña calle sin salida.

Entre el 25 y el 26 de mayo fue la agonía. La lluvia lo había vestido para la muerte.

2 comentarios:

Nidesca dijo...

la lluvia puede llevarse muchas cosas: afectos, personas... y devolvernos otras.

no se sabe nunca qué va a pedir a cambio, simplemente se la extraña, sobre todo cuando su ausencia se prolonga.

ese sonido tan suyo puede hacernos viajar hacia el pasado, puede sanarnos o sencillamente hundirnos, pero jamás nos deja indiferentes.

saludos

Die Walküre dijo...

Es que la lluvía a pesar de su encanto y su intensidad,arrasa muchas cosas consigo...desde vidas a sueños...
Palabras de poetas que más que historias,narran esperanzas,alcanzan utopías generales...
Como no querer inmortalizarlos en cada gota ante su partida...
Auf Wiedersehen!

No muere el sueño