La débil palabra
(“El día de los desventurados, el día pálido se asoma”, Pablo Neruda)
La débil palabra en esa puerta
que entreabre sus entrañas
al silencio aquel de los vagabundos
débiles del alba acumulados en las esquinas húmedas
llenas de promesas rotas
de otras palabras que juraron seguir siempre aquel camino
La exigua huella
destiñendo las pisadas hasta borrarlas en su origen
Allí las manos vacías de presagios
destinadas a encontrar alguna pista de su propia historia
Allí en el umbral
desenfundando el tacto ante lo hablado
y maldiciendo
miércoles, septiembre 27, 2006
lunes, septiembre 11, 2006
La Moneda en llamas
Santiago, 10 de septiembre de 2006.- Llamas surgen de las ventanas del Palacio de La Moneda, por Morande 80, mientras una turba de encapuchados lanza consignas contra el gobierno y la oposición.
La anarquía baila por las veredas y las calles del centro de Santiago. Alguien da una entrevista a quemarropa y con el rostro descubierto. No están de acuerdo con el oficialismo ni la oposición, ni con nadie. A decir verdad, en el último tiempo yo tampoco he estado de acuerdo con el oficialismo y menos con la oposición.
Les dicen infiltrados. El gobierno usa la misma palabra que alguien usó alguna vez contra ellos. Los infiltrados no están contentos. Hay de todo, es cierto, algunos mucho más violentos que otros, tal vez con el tejo un poco pasado. Pero alguien tiene que reclamar y desquitarse. Saltar y gritar y patear y romper la uniformidad. Reclamar y dejar de dormir. Gritar y patear y molestarse para que nos demos cuenta de que aún estamos vivos y que el mundo puede ser un poco mejor.
Santiago, 10 de septiembre de 2006.- Llamas surgen de las ventanas del Palacio de La Moneda, por Morande 80, mientras una turba de encapuchados lanza consignas contra el gobierno y la oposición.
La anarquía baila por las veredas y las calles del centro de Santiago. Alguien da una entrevista a quemarropa y con el rostro descubierto. No están de acuerdo con el oficialismo ni la oposición, ni con nadie. A decir verdad, en el último tiempo yo tampoco he estado de acuerdo con el oficialismo y menos con la oposición.
Les dicen infiltrados. El gobierno usa la misma palabra que alguien usó alguna vez contra ellos. Los infiltrados no están contentos. Hay de todo, es cierto, algunos mucho más violentos que otros, tal vez con el tejo un poco pasado. Pero alguien tiene que reclamar y desquitarse. Saltar y gritar y patear y romper la uniformidad. Reclamar y dejar de dormir. Gritar y patear y molestarse para que nos demos cuenta de que aún estamos vivos y que el mundo puede ser un poco mejor.
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