Enterradlos con o sin honores, pero aseguraos de que el suelo no sea fértil. No vaya a ser cosa que ellos broten nuevamente
¿Quién mato a Juan Pérez o John Smith? Todos lo sabemos. De a poco se han descubierto las pistas, que estaban ahí, a vista y paciencia de todos.
¿Se puede tapar el sol con una mano? No, pero se intentó mucho tiempo, incluso se llegó a una especie de eclipse consensuado, en que el sol no aparecía claramente y la luz de la verdad estaba oculta bajo un manto lábil pero permanente, afirmado en falacias evidentes.
Hay una pléyade de caballeros que hicieron de las suyas. En todas partes había uno. Se están muriendo. Los años les pasan la cuenta; curiosamente es el tiempo el que se encarga de llevárselos y no la justicia.
Bueno, por algo la justicia es ciega, aunque sólo con algunos, porque se ha encargado de unos pocos caballeritos sin mucho peso específico; salvo uno, que está por ahí encerrado desparramando su ira y reclamando su inocencia, a cambio de la verdad acerca del caballero mayor, que está que se va para el otro mundo.
No obstante, la mayoría de estos caballeros mueren en sus casas, tranquilos, viendo la televisión, recordando su gran vida, su inmensa labor por el bien de la sociedad. Así mueren, incólumes.
¿Quién mato a Juan Pérez o John Smith? Todos lo sabemos. De a poco se han descubierto las pistas, que estaban ahí, a vista y paciencia de todos.
¿Se puede tapar el sol con una mano? No, pero se intentó mucho tiempo, incluso se llegó a una especie de eclipse consensuado, en que el sol no aparecía claramente y la luz de la verdad estaba oculta bajo un manto lábil pero permanente, afirmado en falacias evidentes.
Hay una pléyade de caballeros que hicieron de las suyas. En todas partes había uno. Se están muriendo. Los años les pasan la cuenta; curiosamente es el tiempo el que se encarga de llevárselos y no la justicia.
Bueno, por algo la justicia es ciega, aunque sólo con algunos, porque se ha encargado de unos pocos caballeritos sin mucho peso específico; salvo uno, que está por ahí encerrado desparramando su ira y reclamando su inocencia, a cambio de la verdad acerca del caballero mayor, que está que se va para el otro mundo.
No obstante, la mayoría de estos caballeros mueren en sus casas, tranquilos, viendo la televisión, recordando su gran vida, su inmensa labor por el bien de la sociedad. Así mueren, incólumes.
2 comentarios:
La vida es ciega.
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http://uncuartodecuerda.blogspot.com/2006/04/conclusin-contusa-carta-suicida_06.html#links
Lamentablemente no podemos esperar que la justicia sea justa porque está condicionada por quienes no están interesados en que ella brille. Bueno sería ver a quienes merecen sentir el rigor de la justicia, sufrirla, aunque no se haga justicia con todo lo que pudieron haber hecho antes. Abrazo.
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