El libro de los afectos
Cuando tomé el libro que trajo mi hijo Cristóbal, leí que en su portada decía “Libro de los Afectos” y en su interior había una pequeña introducción en la que indicaba que éste era un espacio en el que guardaría un parte de su niñez, a la que ojalá pudiera volver siempre que quisiera.
Con mucha curiosidad abrí el libro para hojearlo y dar un vistazo al contenido. Allí estaba él relatando sus historias de infancia, de su primera infancia, con una asombrosa madurez para un niño de apenas seis años. Nos describía a nosotros, sus afectos, sus sueños, sus modelos de conducta. Allí estaba él retratado a través de su propio relato, en una historia en la que me vi yo mismo a través de sus ojos.
Me dedicó muchas frases en su libro, llenas de amor, llenas de orgullo, también habló acerca de la familia, de su hermana, de su mamá y su alegría de ser hijo nuestro. El libro de los afectos me devolvió mi propia niñez, mis sueños, mis alegrías, mis esperanzas. También me puso en mi rol de padre, en relación con mis hijos y todo adquiere un nuevo sentido. No hay una universidad en la que uno se gradúe de papá; pero ahí están nuestros propios hijos como prueba de nuestra labor como padres.
Las risas y las lágrimas se juntaron en mi rostro. Luego, al acostarlo, como todos los días, le di un beso y un abrazo, y le di las gracias por enseñarme lo maravilloso que es el mundo con ellos.
Cuando tomé el libro que trajo mi hijo Cristóbal, leí que en su portada decía “Libro de los Afectos” y en su interior había una pequeña introducción en la que indicaba que éste era un espacio en el que guardaría un parte de su niñez, a la que ojalá pudiera volver siempre que quisiera.
Con mucha curiosidad abrí el libro para hojearlo y dar un vistazo al contenido. Allí estaba él relatando sus historias de infancia, de su primera infancia, con una asombrosa madurez para un niño de apenas seis años. Nos describía a nosotros, sus afectos, sus sueños, sus modelos de conducta. Allí estaba él retratado a través de su propio relato, en una historia en la que me vi yo mismo a través de sus ojos.
Me dedicó muchas frases en su libro, llenas de amor, llenas de orgullo, también habló acerca de la familia, de su hermana, de su mamá y su alegría de ser hijo nuestro. El libro de los afectos me devolvió mi propia niñez, mis sueños, mis alegrías, mis esperanzas. También me puso en mi rol de padre, en relación con mis hijos y todo adquiere un nuevo sentido. No hay una universidad en la que uno se gradúe de papá; pero ahí están nuestros propios hijos como prueba de nuestra labor como padres.
Las risas y las lágrimas se juntaron en mi rostro. Luego, al acostarlo, como todos los días, le di un beso y un abrazo, y le di las gracias por enseñarme lo maravilloso que es el mundo con ellos.
4 comentarios:
Maravillos relago..hermosa promesa de unidad!!
Mil bikos.
Que hermoso...el libro de afectos que revela sueños y esperanzas de niñez,alegría y hermosos recuerdos...
Nos hace pensar que cada cosa a pesar de todo es bella y que cada sencillo momento es único y especial...
Cuidate mucho!
Te dejo un abrazo!
Auf Wiedersehen!
Disfrútalo, Ernesto, ahora que lo tienes, pues no sabes la tristeza que produce ver que no lo hicimos tanto como hubiésemos querido. Abrazo.
mmm qué bonito...
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