Su voz me viene como un caballo que recorre las calles de la ciudad muy cerca mío. Apenas cuando el paso de la urbe se detiene, aparece. Así se viene, mientras yo intento conciliar mis cavilaciones y mi sueño para sentir que aún estoy vivo. No sé que hay detrás de la puerta que no abrí, ni sé que podría haber vivido si hubiera seguido al pájaro que me llamaba y me mostraba el camino que no escogí. Sólo son posibilidades, ya lo dijo Eliot en los Cuatro Cuartetos.
De pronto la voz de un amigo me entrega datos de la realidad que él ha construido y destruido y construido nuevamente. La musa lo ha tocado. Así debe ser como sucede lo que sucede...
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