Hoy Santiago invitaba a la lectura de un poeta adolorido. Leí entonces Trilce de Cesar Vallejo. Que cúmulo más tremendo de emociones los versos aquellos. Confieso que ya los había leído, pero hoy les encuentro otro sentido a los textos... Quizás la audacia verbal y el irrespeto a la estrictez lingüística del poeta confunden y no dejan ver en principio el inmenso dolor que hay en el hablante de los poemas, pero no es menos cierto que una vez dentro del mundo que plantea no queda otra cosa que sentirse atropellado por una inmensidad de sensaciones que agobian y seducen en una contradicción intensa. Afuera llueve.
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