Acumulada la gente por las calles. Las noticias llegan en plena edad de la inocencia. Alguien dice que los terroristas asesinan sin razón. Con razón. Who knows? Mañana leeré nuevamente un gran titular con gusto a nada. Dónde está el poeta de las cosas simples. "Sobre este muro en ruinas alguien escribe la palabra desamparo" y sigo en su búsqueda, leyendo donde pueda, aunque con mayor frecuencia en el baño. Ahí estoy tranquilo, pues hay un minuto personal; nadie molesta. Saben que es personal.
Puedo sentir la melancólica dedicación del poeta, aterido bajo la lluvia, sin abrigo, con una pulmonía que galopa en sus entrañas. "Tus palabras son débiles, pequeñas. Sin embargo, yo amo tus palabras". No dijo más que pequeñas cosas, pero fue suficiente. Desde Barcelona alguien escribió un lamento y encendió velas y rezó. Fue suficiente.
Leo a Alberto Rojas Jiménez. Leo los pedazos de obra que él dejó apilados entre una antología y otra. Sigo al viajero de la tristeza.
Los diarios se preocupan de que alguien rompió una puerta y salió para decir que era otro y que de ahora en adelante siempre va a ser ese otro, el verdadero. No era negro, era blanco. Muchos se molestan. La gente se acumula en las calles. Dónde está aquel poeta...
1 comentario:
Seguramente esperando que nuevamente salten su ataud.
(Como si eso fuera parte de la otra leyenda)
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