El sonido de las palabras antes que su significado. La esmerada erudición puede disecar un poema en rebusca de lo que hace que dicho texto sea poético. Pero, parafraseando a Dylan Thomas, el misterio de las palabras perdura más allá de aquello que hace técnicamente rico a un poema.
Estoy leyendo a Dylan Thomas y luego leeré a Rilke, el más joven, antes de las Elegias de Duino. Ese Rilke que decía que uno tiene que preguntarse en la hora más solitaria si es necesario escribir y si la respuesta fuera afirmativa, dedicarse a construir la vida según esta necesidad. Es decir, no preguntar a otro más que a sí mismo si es necesario tomar el camino de las palabras. Por ahí vamos.
Está nublado, el ambiente se puebla con la música de Astor Piazzolla.
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