Qué podemos hacer y qué no podemos hacer
Supongamos que de pronto un supraeditor nos empieza a corregir lo que escribimos porque debemos mantener cierta coherencia textual y además cierta relación con el mundo que se supone tenemos de referencia allá afuera. ¿Qué pasaría? Obviamente tendríamos que empezar a caminar por la vereda de la verosimilitud y a editar desde cierta perspectiva más allá de la nuestra la realidad que nosotros queremos comunicar.
Si el supraeditor nos condujera editorialmente ya no seríamos una alternativa independiente para la construcción de una realidad que va entretejiendo realidades diferentes. Es cierto que a veces la entropía nos golpea la puerta, pero siempre van quedando los que tienen que quedar, los que tienen algo que decir, algo que comunicar. Siempre va quedando el lenguaje más fundamentado (no el más formal o más ilustrado).
Somos parte de algo más allá de nosotros mismos, algo que nos relaciona y nos convoca. Somos albañiles de una realidad que hacemos desde nuestras propias perspectivas y que aportamos en una discusión ecuménica, sin la esperanza de obtener algo más que poder dialogar abiertamente en el espacio que vamos nombrando y viviendo y construyendo.
Eso sí, la dominación mediante la técnica está a la vuelta de la esquina.
Supongamos que de pronto un supraeditor nos empieza a corregir lo que escribimos porque debemos mantener cierta coherencia textual y además cierta relación con el mundo que se supone tenemos de referencia allá afuera. ¿Qué pasaría? Obviamente tendríamos que empezar a caminar por la vereda de la verosimilitud y a editar desde cierta perspectiva más allá de la nuestra la realidad que nosotros queremos comunicar.
Si el supraeditor nos condujera editorialmente ya no seríamos una alternativa independiente para la construcción de una realidad que va entretejiendo realidades diferentes. Es cierto que a veces la entropía nos golpea la puerta, pero siempre van quedando los que tienen que quedar, los que tienen algo que decir, algo que comunicar. Siempre va quedando el lenguaje más fundamentado (no el más formal o más ilustrado).
Somos parte de algo más allá de nosotros mismos, algo que nos relaciona y nos convoca. Somos albañiles de una realidad que hacemos desde nuestras propias perspectivas y que aportamos en una discusión ecuménica, sin la esperanza de obtener algo más que poder dialogar abiertamente en el espacio que vamos nombrando y viviendo y construyendo.
Eso sí, la dominación mediante la técnica está a la vuelta de la esquina.