Construyamos una realidad mejor junto con los estudiantes
Los estudiantes secundarios no salieron a manifestar su descontento porque se les ocurrió de repente; no, por el contrario, ellos nos arrojaron en nuestra cara aburguesada y conformista que la educación así como está no anda bien. ¿Y qué? Dijimos todos al principio, cuando no pensábamos que estos jovencitos liceanos serían capaces de tener al país de cabeza por tres semanas. Claro que la educación está mal, no es posible que la única herramienta que tienen los jóvenes más necesitados para su movilidad social sea deficiente. Y lo peor es que desde siempre nos llenamos la boca con la frase típica del discurso presidencial desde la vuelta a la democracia: “Tenemos que mejorar la calidad de la educación en nuestro país”. Por supuesto que se han tomado medidas desde que estamos en democracia, pero no son suficientes. ¿No les queda claro con lo férreo del movimiento estudiantil?
Más allá de que se solicita no politizar el movimiento, ¿qué tiene de malo hablar desde la política? ¿Acaso tienen miedo también de que surja un nuevo sentimiento político a partir de la manifestación estudiantil? Un dato importante a considerar es que todos estos muchachos son hijos de nuestra democracia actual, así que bueno o malo, el mundo que ellos conocieron desde su más tierna infancia ha sido uno democrático, aunque medio condimentado eso sí, en una sociedad en que caminábamos en una “transición”, que incluyó ejercicios de enlace, boinazos, pinocheques, London Clinic y otros etcéteras tan pintorescos como patéticos. Pero ellos, se supone, no están estigmatizados con el sí y el no o con la Concertación y con la Alianza, que a esta altura parecen ser movimientos anodinos y acostumbrados al equilibrio en la forma, aunque en el fondo el asunto parezca una bolsa de gatos.
¿Dónde está la Presidenta? Por favor, urgen cambios en el gabinete y también entre los asesores. Que hagan cursos en Estados Unidos respecto del manejo de crisis. No es posible que el ex Presidente Ricardo Lagos tenga una voz menos temblorosa y de mayor poder de estadista que la de la actual Presidenta de Chile para referirse al tema de las manifestaciones estudiantiles. Está bien que hablemos de la oportunidad que generaron los estudiantes secundarios, pero sintámoslo sinceramente y que ello se vea trasuntado en la conformación de una comisión que realmente represente a todos los sectores involucrados en el tema de la educación y no deje afuera a actores que tienen mucho que aportar.
Más allá del manido cliché de la diferencia dramática en la sociedad chilena y la deficiencia estructural de la educación en Chile, las autoridades tienen que darse el tiempo para ver y analizar seriamente hasta qué punto lo que hicieron los estudiantes secundarios tiene su correlato en lo que pasa en la sociedad, o ¿acaso no estuvimos cerca de que el movimiento social hubiera crecido más allá de lo proyectado por el gobierno?
No es desplome del movimiento el hecho de que los estudiantes entreguen los colegios; ellos hicieron algo que a nosotros se nos había olvidado que se podía hacer: hablaron con conciencia de “clase” o mejor digamos “gremio” o para no hacer tan “político” el comentario, ellos hablaron como personas conscientes de su ser en el mundo, conscientes de que si no tienen una buena educación y las facilidades mínimas para acceder al estudio no pueden contar con una verdadera y efectiva herramienta de movilidad social, que les permita construir una mejor realidad para ellos y sus familias.
Los estudiantes secundarios no salieron a manifestar su descontento porque se les ocurrió de repente; no, por el contrario, ellos nos arrojaron en nuestra cara aburguesada y conformista que la educación así como está no anda bien. ¿Y qué? Dijimos todos al principio, cuando no pensábamos que estos jovencitos liceanos serían capaces de tener al país de cabeza por tres semanas. Claro que la educación está mal, no es posible que la única herramienta que tienen los jóvenes más necesitados para su movilidad social sea deficiente. Y lo peor es que desde siempre nos llenamos la boca con la frase típica del discurso presidencial desde la vuelta a la democracia: “Tenemos que mejorar la calidad de la educación en nuestro país”. Por supuesto que se han tomado medidas desde que estamos en democracia, pero no son suficientes. ¿No les queda claro con lo férreo del movimiento estudiantil?
Más allá de que se solicita no politizar el movimiento, ¿qué tiene de malo hablar desde la política? ¿Acaso tienen miedo también de que surja un nuevo sentimiento político a partir de la manifestación estudiantil? Un dato importante a considerar es que todos estos muchachos son hijos de nuestra democracia actual, así que bueno o malo, el mundo que ellos conocieron desde su más tierna infancia ha sido uno democrático, aunque medio condimentado eso sí, en una sociedad en que caminábamos en una “transición”, que incluyó ejercicios de enlace, boinazos, pinocheques, London Clinic y otros etcéteras tan pintorescos como patéticos. Pero ellos, se supone, no están estigmatizados con el sí y el no o con la Concertación y con la Alianza, que a esta altura parecen ser movimientos anodinos y acostumbrados al equilibrio en la forma, aunque en el fondo el asunto parezca una bolsa de gatos.
¿Dónde está la Presidenta? Por favor, urgen cambios en el gabinete y también entre los asesores. Que hagan cursos en Estados Unidos respecto del manejo de crisis. No es posible que el ex Presidente Ricardo Lagos tenga una voz menos temblorosa y de mayor poder de estadista que la de la actual Presidenta de Chile para referirse al tema de las manifestaciones estudiantiles. Está bien que hablemos de la oportunidad que generaron los estudiantes secundarios, pero sintámoslo sinceramente y que ello se vea trasuntado en la conformación de una comisión que realmente represente a todos los sectores involucrados en el tema de la educación y no deje afuera a actores que tienen mucho que aportar.
Más allá del manido cliché de la diferencia dramática en la sociedad chilena y la deficiencia estructural de la educación en Chile, las autoridades tienen que darse el tiempo para ver y analizar seriamente hasta qué punto lo que hicieron los estudiantes secundarios tiene su correlato en lo que pasa en la sociedad, o ¿acaso no estuvimos cerca de que el movimiento social hubiera crecido más allá de lo proyectado por el gobierno?
No es desplome del movimiento el hecho de que los estudiantes entreguen los colegios; ellos hicieron algo que a nosotros se nos había olvidado que se podía hacer: hablaron con conciencia de “clase” o mejor digamos “gremio” o para no hacer tan “político” el comentario, ellos hablaron como personas conscientes de su ser en el mundo, conscientes de que si no tienen una buena educación y las facilidades mínimas para acceder al estudio no pueden contar con una verdadera y efectiva herramienta de movilidad social, que les permita construir una mejor realidad para ellos y sus familias.
1 comentario:
¿cómo arreglamos el entuerto?
amigo Ernesto?
Un abrazo
Yas
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