Adiós a Eliana Navarro, mi queridísima maestra
Hace 13 años, un día de invierno, conocí a la poeta Eliana Navarro. Yo era un joven con muchas ilusiones, con un bolso lleno de papeles de mi tesis para optar al grado de licenciado en literatura, buscando trabajo también, tratando de forjarme un destino.
En eso estaba cuando fui a la Biblioteca del Congreso, en Santiago, y me encontré con dos grandes personas, la señora Eliana Navarro y don José Miguel Vicuña. Ellos me abrieron su corazón y me llevaron por un camino que aún era inexplorado para mí: la poesía.
No conseguí trabajo, pero logré algo mayor, una amistad eterna, conocí el amor puro por la poesía de la señora Eliana Navarro, una de las mejores personas, una de las mejores poetas que he conocido en mi vida.
En ella todo era poético, sus palabras, su mirada, su intenso amor por la gran familia que formó.
Un amigo poeta me aturde con la noticia de su muerte. Ruego a Dios que ella esté en un lugar de privilegio, porque se lo merece sobradamente. Casi no puedo escribir de tanta pena; le tuve y le tengo un inmenso cariño. Era la maestra, la amiga.
Siempre vivirá, en cada verso, en cada palabra que aún recuerdo, en toda su inmensa poesía.
Hace 13 años, un día de invierno, conocí a la poeta Eliana Navarro. Yo era un joven con muchas ilusiones, con un bolso lleno de papeles de mi tesis para optar al grado de licenciado en literatura, buscando trabajo también, tratando de forjarme un destino.
En eso estaba cuando fui a la Biblioteca del Congreso, en Santiago, y me encontré con dos grandes personas, la señora Eliana Navarro y don José Miguel Vicuña. Ellos me abrieron su corazón y me llevaron por un camino que aún era inexplorado para mí: la poesía.
No conseguí trabajo, pero logré algo mayor, una amistad eterna, conocí el amor puro por la poesía de la señora Eliana Navarro, una de las mejores personas, una de las mejores poetas que he conocido en mi vida.
En ella todo era poético, sus palabras, su mirada, su intenso amor por la gran familia que formó.
Un amigo poeta me aturde con la noticia de su muerte. Ruego a Dios que ella esté en un lugar de privilegio, porque se lo merece sobradamente. Casi no puedo escribir de tanta pena; le tuve y le tengo un inmenso cariño. Era la maestra, la amiga.
Siempre vivirá, en cada verso, en cada palabra que aún recuerdo, en toda su inmensa poesía.
3 comentarios:
Siento y leo cómo le haces lo honores de poeta a poeta.
Pasar el duelo con versos de ella y tuyos tal vez convierta la amargura de su partida en dulzura compartida.
Un abrazo fraterno amigo Ernesto
La verdad es una, y sin duda esa Señora le daba un aire muy especial a esa sala llena de libros, muchas veces su dulce voz se me hizó desconocida en sus libros, pero mejor aún aprendí tal cual tú lo dices a conocerla, de Ella entendí que el valor es hacer carne a la palabra, de Ella aprendí que en silenciosas lecturas se podían estar cuajando los mejores versos no escritos...de Ella aprendí que lo mejor es callar y escribir...
Te acompaño amigo...y no olvido que te lleve a esa sala con la ilusión que nunca dejarás de ser mi compañero....
Ale
onozco bien ese sentimiento Ernesto y me uno a tu duelo y buenos deseos...
Mi abrazo fraterno para ti.
Claudia
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