lunes, noviembre 28, 2005

Apenas en un silbido

Apuntó el revólver y la frente de su víctima se llenó de terror, la palidez del anuncio de la despedida lo inundó y un súbito silencio insondable se posó en la mente del verdugo. La tarde se iba y los niños afuera corrían detrás de las pelotas o encaramados en sus patinetas. Sonaban las máquinas tragamonedas del negocio de la esquina, pero el silencio de su mente era todo lo que él podía sentir.

La madre del infortunado suplicaba para que el final fuera otro. Nada podía detener el destino que había trazado el hijo drogadicto al encalillarse más allá de su capacidad de pago, de la de sus hermanos, de la de sus padres, más allá de cualquier presupuesto de una familia de vagos y madres solteras, con un padre encarcelado y una madre dealer de un traficante de poca monta.

Le reventó la cabeza de un balazo, delante de su madre, en su propia casa. Ese fue el fin de la historia de Eduardo; el fin de su adicción, de sus promesas de pago, de su propio negocio de venta de droga. Un balazo que dejó en el suelo sus sueños, entre la sangre y su propio cuerpo desvanecido apenas en un silbido.

10 comentarios:

Die Walküre dijo...

Gran descripción!
Es un relato que ha dejado suspenso, emoción...muy vivido.
La muerte, lo real, lo cotidiano...
Me agrada mucho
Hasta otra vez
Auf Wiedersehen!

Anónimo dijo...

Un relato intenso, sonoro, y muy duro, hay realidades que rompen sueños, y sueños que se vuelven pesadillas.

Bikos mil!

grandchester dijo...

un duro y diferente relato....me gusta esto de seguir conociendo tu pluma...


saludos

Alejandro dijo...

Que no se diga que la acción esta sólo en la televisión, la calle, el pasaje, la cuadra, la villa o la "pobla" son escenarios del mejor circo: la vida.

Bien amigo por aterrizarnos, un abrazo

Alejandro

SMB dijo...

sangre...

SMB dijo...

¿sangre?

Elisa de Cremona dijo...

ups..

pécocq dijo...

Mmmm... el tema de la calle, de la esquina, me suena mejor con el lenguaje de la calle.
De todas formas buena descripción, impecable.
Saludos...

Julio Suárez Anturi dijo...

Sí. Ese hilo dorado que nos sostiene puede ser cortado por solamente un silbido.

tierragramas dijo...

Uff. Una historia que, lamentablemente, se repite una y otra vez en el mundo. Especialmente en Chile... Claro, es cosa de ver las noticias.

Un texto crudo, y por lo mismo, verdadero.

Saludos

No muere el sueño