Como perdido muchas veces me he dedicado a recorrer las calles de mi barrio. ¿Qué he descubierto? Que caminar sin rumbo cansa. Es ir y volver al mismo tiempo. Cansa. Y da exactamente lo mismo. Los rostros y las voces, las miradas palpitando en las plazas que entretejen la ciudad. Cansa. De pronto tal vez una vitrina distinta o un espejo con otra imagen que no sea la mía. Caminar sin rumbo cansa. Definitivamente
1 comentario:
Sip, definitivamente cansa...
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